

El hecho de vivir fuera de España potencia las ganas de lanzar a los cuatro vientos lo que una siente por su país. Cualquier ocasión es buena para manifestar sus maravillas desde la historia a la gastronomía pasando por la cultura y, por supuesto, el idioma. En mis clases de español siempre dedico un momento a nuestras costumbres que, en esencia, recogen el sentir popular. Y en esta línea de información se encuentra los trajes tradicionales del país que van más allá del vistoso traje de flamenca, símbolo para muchos de nuestra tierra. Sin embargo, es asombroso el repertorio de vestidos que representa la geografía española. En concreto, el traje de chulapa, también en su versión goyesca, goza de gran popularidad. Y en este punto me quiero detener. Al igual que cada año, llegada la Feria de Abril, Sevilla luce a sus mujeres ataviadas con el vestido de flamenca haciendo honor a la tradición, en Madrid se empieza a sentir la asistencia de chulapas a las fiestas patronales (El Dos de Mayo, San Isidro, San Cayetano y La Paloma). Aunque aún no se han alcanzado los niveles de visibilidad del traje de flamenca, vamos por muy buen camino con el de castiza.
Al poco tiempo de mudarnos a Dinamarca, decidí estudiar el idioma por deferencia al país, si bien todo el mundo habla inglés. Además del grupo al que asistía dos veces por semana, consideré oportuno tomar clases particulares para avanzar más deprisa. Mi profesora de danés —sorprendentemente tocaya mía a pesar de ser originaria de Dinamarca—, cuya formación está en el sector de la moda, en el diseño y en la confección de ropa, mostró gran entusiasmo en uno de nuestros temas conversación, las tradiciones. Opté por hablar de mi ciudad y las cosas típicas de Madrid, en concreto, sus fiestas populares. Y le expliqué, con mi poco danés y con la ayuda de su español, puesto que hizo su Erasmus en Chile, la belleza del vestido de chulapa. Encandilada por los ejemplares que le mostré en diferentes instantáneas, fuimos llevando la conversación a un ámbito más profesional. Así que le expliqué mi intención de versionar el atuendo castizo por algo más actual, de tejido más ligero y colores más suaves de acuerdo a la época de calor en la que se suele llevar puesto.
El resultado, tras consultar sus ideas profesionales en cuanto a la viabilidad de la confección, es el nuevo vestido de chulapa de color rosa suave, volante blanco con puntilla en la parte inferior, escote en la espalda y pasamanería en el pecho. Sin atisbo de duda, el traje se identifica con el tradicional a primera vista, aunque los cambios aportados, mejoran su puesta. Doy fe de ello que lo he llevado. Ahora solo queda que una vez inscrito en el Registro de la Propiedad Intelectual, el diseño sea convincente para que las próximas celebraciones la apuesta sea por la comodidad con el Nuevo Vestido de Chulapa